El verano ya viene llegando, ya los cisnes están en el pequeño lago que hay cerca de la casa.
Ellos viven su pequeño romance veraniego entre besos y revoloteos.
En aquellas aguas que se salpican al chocar con sus grandes alas y enroscan entre si su bello cuello.
Vez como se acerca a la orilla con su bella figura a darme la bienvenida a su nido de amor.
Que bella es la madre natura mi dios cuanto la disfruto.
Las calles de mi pueblo hoy están llenas de gentes que van y vienen como hormiguitas locas de un lado al otro. Ahora muchos pueden reír, hasta te detienen el paso y te saludan con una sonrisa de oreja a oreja y me preguntan.
- Como estas amiga cubana? Hace tiempo que no le veo.
Entonces les miro con asombro de tal ceguera y digo.
- Pues pienso que usted debería ir a la óptica inmediatamente y hacerse unos espejuelos que tenga el aumentó adecuado para que así no me pierda de vista. Es que me has pasado por el lado varias veces, en otras estaciones del año y nunca me saluda. A ver porque hoy? Oh es que acaso soy invisible de vez en cuando y me hago visible en el verano.
Ellos me miran confundidos, como si yo estuviera loca de remate, como si mis conexiones celébrales se hubieran ido a la mierda. Mi esposo ya algo turbado con mi espontaneidad, rojo como un tomate se me acerca al oído y me dice casi secreteando para que nadie lo escuche.
- Como puedes decir eso? Estás loca, como es que piensas así.
Pero es que jode el simple hecho de que los ves todo el año, te han pasado bien pegadito casi piel con piel, en un simple roce y ellos desplazan su vista a otro espacio.
Vamos que uno no es bobo y se da cuenta. Entonces quieren hoy regalarme un saludo como migajas de alegría cuando llega el verano.
- Que no…!, así no me da la gana, no me gustan los amigos ha medias. Me dan escalofríos, me hacen el camino inseguro y me llenan de miedo.
Es que aquí en este pueblito donde vivo en el más allá no es que sonríen todo el tiempo. Sus sonrisas y saludos varían como las estaciones del año. Claro yo se que todos tenemos días buenos y malos pero este es otro caso.
- Esto que pasa aquí a mí me choca un poco o mejor dicho mucho.
Quien me va a decir que dejare de reír, de soñar o de amar si llega el otoño. A ver quién me dice que si el frío invierno congela mi cuerpo yo dejaría de sentir. Nunca nada enfriaría mi alma congelando en mi el saludo, el te quiero, él como estas...?.
Quien dijo que andaría molesta por las calles por culpa de un aguacero torrencial. Cuantas veces no he salido descalza a bailar bajo la lluvia como rana en el charco, chapoteando mientras el frío entume mis dedos y casi que siento que me congelo.
Me gusta reírme de la vida, eso lo aprendí en mi Cuba. Hacer de ella una comedia tratando de buscar un motivo por ser feliz. Hacer piruetas con la natura que siempre me da mil razones para vivir.
Son un poco extraños acá y te digo más algo que he experimentado. Cada vez que me dicen que un Noruego es raro, pues a mí me parece súper normal. Es que tal vez aquí han perdido la noción de la rareza.
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Pero bueno te iba contando del verano que ya viene llegando ya, los arboles comienzan han despertar.
Vez como la vida de mis bosques comienza a renacer. Las ramas de aquellos viejos arboles comienzan a llenarse de sus hojas verdes. Que les dan la acogida a las aves que regresan de su largo viaje por el Atlántico.
Algunas quedaron en el intento, otras lograron sus sueños.
Veo a mi amiga la Gaviota en mi balcón, he llenado mi baranda de migajas de pan. Ella viene cada año aquí. Creo que hasta ya me quiere.
A veces en las mañanas me toca al cristal de la puerta con su gran pico negro y naranja o tal vez amarillo.
Nos hemos hecho grandes amigas a veces le cuento historias, mis canciones escritas mientras ella se deleita tomando café de aquella copa dejada intencionalmente para ella. En la mesa del balcón de la casita de madera que hay en el más allá. Amo tanto a mi Gaviota, es tan bella.
La vecina de la esquina una de esas noruegas impertinentes, me llamo muy alterada hace unos días, porque me vio poniendo migajas de pan en el balcón. Para eso si son chismosos. Dice ella que las gaviotas son unos pajarracos odiosos. Que si sigo alimentándolas llegaran más de su especie y cagaran todo el lugar.
Por un momento la mire, me hubiera gustado que hubiera estado en Cuba para decirle a lo cubano de tu para tu. Pero no estaba en mi Cuba estoy en la fría Noruega. Le dije mirándole a los ojos
- Me importa un pito lo que usted diga. Cuando usted me ha saludado, cuando usted ha tocado mi puerta para decirme hola vecina. Sabe que…! La gaviota llego a mi vida y me brindo su bella mirada, su grito de libertad cuando llega a mi balcón. No dejare de echar migajas, ni trocitos de pescados y si usted no le está de acuerdo ese es su maletín y póngale rueditas para que le ruede o si no coma quimbombó para que le resbale con gusto.
Me miro indignada, con el rostro rojo de la ira, de momento me pareció una rana hinchada por a causa del su sal. Yo lo disfrute mientras seguí mi paso al buzón para buscar mi correspondencia y la hice invisible a mi presencia.
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En mi pueblo se nota la llegada del verano ya veo los balcones llenos de mil flores multicolores, que solo viven en el verano y mueren al llegar el invierno.
El sol que está calentando y eso hace que la gente aquí este feliz. Allí vez a los niños que andan con sus globos corriendo de un lado para el otro con una sonrisa contagiosa.
Ahora ya no hay casi espacio para parquear un auto. Todos quieren estar en el centro.
Vez como comienzan a llenarse el muelle de votes de diferentes tamaños.
Algunos con la bandera Alemana, otros franceses, ingleses y noruegos. Llego el verano y con él las vacaciones. Ves que la gente anda en chancletas, chores y camisetas. Han guardado en el escaparate las botas, bufanda, gorros y guantes.
Mira que uno tiene que usar ropa en el invierno. Si vieras lo que parezco cuando llega la nieve. No puedo casi ni caminar con tanta mierda. Porque aquí si sopla el mono y eso no es cosa de juegos.
El verano pasado en este mismo tiempo estaba también trabajando en la pizzería de este pueblito. A mí que no me gusta nada la cocina, pero para decir verdad fue una experiencia espectacular.
Aunque el calor del horno en el verano te lo sientes en los huesos. Sientes que una gota de sudor corre por la espalda y tu sin poder detenerla. Tenía que sacar las pizzas del horno poner otra. Despacha, monta tres pizzas más, de un tipo o del otro. Apúrate que cree se la cola.
Me hacia recordar mi Cuba cuando viví un tiempo en casa de mi hermano. El tenía un pequeño timbiriche donde el vendía Pizza. Como me gustaba estar en el apogeo. Mientras la gente esperaba por su pizza se hablaba de todo, como me gusta el doble sentido de mi Cuba, de mi gente. Desde el pi al pa que manera, que tiempos.
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Pero este año no podre estar en la pizzería estoy con aquello del viaje y me iré lejos de aquí.
A mi cuba bella para disfrutarla a mi manera.
Allá donde el verano hace que el sol te bese la piel. Que tus labios queden cuarteados por el salitre. Me iré a mi Cuba, a ese caimán verde en el mar de las Antillas donde el sol hace de él una maravilla.
Melba Mercedes Almeida - Azucala