Hora voy saliendo de la casa en rumbo al trabajo. Aunque es un poco temprano aun, es que hoy comienzo a trabajar a las 11.00 del medio día y son 9.00 de la mañana solamente.
Pero la casa me ahoga y por eso necesito salir a respirar ese aire puro que caracteriza este lugar.
Hoy es un día igual que otros, lo único que lo hace diferente es la fecha y el año. Sierro la puerta de mi casa y camino unos metros, decidiéndome a tomar el camino del bosquesito. Que me es más corto y así me ahorro mi tiempo.
A mi encuentro van saliendo los arboles desojados. Aquellas ramas cecas y desnudas por la llegada de el invierno. Todo esta blanco y frió, parte de la vida del bosque se adormido. La hierba verde a escondido su frescor en el susurro de aquella brisa congelada que acaricia mi rostro al andar. Me gusta el olor del invierno.
El invierno también tiene su encanto. Es como que le da claridad a esta soledad tan latente diariamente.
Detengo mis pasos mientras, mis pies quedan atrapados en estos caminos llenos de lomas de nieve.
Allí estan los corzos o venados como le decimos en mi Cuba. Los puedo ver desde aquí, como siempre y como cada día. Allí estan ellos, pero nunca estan solos, es que tal vez ellos han entendido que la soledad es dañina para la salud mental.
Aquí en este pueblito del mas allá donde vivo, no es nada difícil que te encuentres un venado en el camino. Cuando llega el verano suelen estar merodeando el jardín. Comiéndose los tulipanes que tanto trabajo me costaron que salieran.
Los venados son hermosos y también inteligentes me digo yo. Es que cuando llega la temporada de caza el 10 de agosto se suelen esconder. Están a la alerta porque saben que el cazador esta al acecho en cualquier rincón de estos montes que ahora no son verdes. Pero al finalizar de la temporada se merodean nuevamente por los caminos, como burlándose de los cazadores, como dando las gracias de tener la dicha de poder vivir una temporada más.
Diciéndoles con la mirada al cazador.
“Aquí estoy pero no te toca ”.
Aquí te los encuentras a tu paso. Venados, Ciervos, Alces. No cuando yo lo digo a veces me siento en un zoológico, pero es tan bello encontrarlos.
Es tan hermoso ese encuentro, sobre todo cuando me levanto en las mañanas y voy en camino al trabajo.
No hay vecinos que tropiezo a la salida de mi hogar. Ni nadie que me regale un buenos días vecina. Pero allí estan ellos, cuando cojo por el camino del bosque. Para que sea más rápido, más corto.
Allí estan los venados mirándome a los ojos. Con una mirada tierna dándome un saludo mañanero. Ya los siento como de la familia. A veces hasta hablo con ellos y les digo
Que tal amigo venado? Oye que hace frió. Cuidate mucho espero verte mañana.
Ellos me miran con aquella mirada transparente. Entendiendo que yo también estoy dando las gracias por no morir en esta soledad.
Sigo mi paso por aquel bosquesito que ya conozco como la palma de mi mano. Aun es demasiado temprano para ir al trabajo. Así que e decidido que me doy una vuelta por este pueblo en donde yo vivo. Este lugar que puedo recorrer de punta a cabo sin llegar al cansancio.
Aunque te digo que tengo que trabajar diariamente con mi consciencia, porque a veces me muero en tanta soledad, de tanta carencia humana.
Decido llegarme a esa pequeña tienda que queda en el centro, esa tienda de aquel pueblito situado en el más aya donde me encuentro. Allí esta...! gracias a dios ya esta abierta aprovechare a ver que a llegado de nuevo, quiero ver si encuentro algo que me guste. O tal vez estoy haciendo solamente el tiempo pase, para ir al trabajo después. Ya que salí demasiado temprano de casa porque la casa me ahogaba y necesito un poco de aire que acaricie mi cara.
Me decido a entrar, allí esta la expedidora que me ve llegar. Ya lo noto en su rostro esta congestionada. O tal vez soy yo la que se congestiona sola, me digo en mis adentros.
Hay dios mio enseñame que es lo que debo hacer cuando me entra el deceso de abrirme como un compás y regarme como un juego de yaki.
A veces me pongo a pensar si ellos creen que estoy hecha de mantequilla o que vivo en Belén con los pastores y mis pastores estan durmiendo. Es que todo tiene un limite y mi copa se va llenando. De este sobrevivir día a día con la frialdad humana. Esa frialdad mezquina que ha enfermado a este pueblo donde yo vivo aquí en el más allá.
Sigo mi paso por aquella pequeña tienda, observando cada cosa. Tomándome mi tiempo porque no tengo apuro. No me voy a ir, aunque a ella no le guste mi presencia.
No me voy a ir - Me digo en mis adentros.
Aquella expedidora se me acerca a mi y me pregunta con una sonrisa. Pero se que aquella imagen bondadosa no es real. Ella se detiene a mi lado mientras dice sutilmente
Necesita ayuda - Me dice mirando mis movimientos. No quiere perderme de vista, yo se que es lo que ella esta pensando o es que yo tengo complejo o me estoy congestionando.
Le miro a los ojos y le digo
No gracias - le respondo acompañado mis palabras con aquella sonrisa del que “ No agües el día mujer” y sigo observando mi contorno.
Pero ella sigue allí, estática vigilando mis pasos. Su vista me cansa, pero la ignoro por unos segundos. No soy solamente yo la que estoy en esta tienda, pero si soy la única que es diferente.
Por mi color, por mis rizos, porque ella sabe que yo no pertenezco egnicamente a este lugar y eso ya me hace sospechosa.
Me acerco a la estanterías de los perfumes mirando todo lo que me gustaría tener. Decidiéndome por fin a comprar algo. Allí esta aquel perfume de Givenchi que tanto me gusta.
Lo voy a comprar - pienso mientras lo miro buscando el precio.
Es que me la paso cohibiendo me de las cosas y al final lo que no se va en lagrima se va en suspiros.
La dulce expedidora al ver que he tomado en mis manos aquel frasco. Se acerca rápidamente comentándome.
En aquellos estantes de allá estan los perfumes son más baratos, estos de aquí son bien caro para ti.
No falta mucho para que explote y pierda mi ecuanimidad, pero le sonrió nuevamente mientras le respondo.
Ya comprendo - le digo mientras nuevamente le sonrió - es en aquel estante donde usted escoge sus aromas, por eso sera que hule tan bien usted. Ese olor tan singular que no la hace inconfundible.
Tengo que contar para encontrar la paz interna y pensar en aquel refrán escuchado en mi tierra. De que a palabras necias oídos sordos. Pero hasta cuando tengo que mantener mi sordera o tal ves aquel dicho de que no hay frase mal dicha, si no mal interpretada.
Pienso que tal vez soy yo la del problema, que todo lo malinterpreto con mi congestión diaria.
Me dirijo a la caja con el perfume en mi manos. La expedidora sigue mi paso sin perderme de vista. Como si me fuera a salir de aquella tienda, pero la ignoro completamente. Como si ella fuera un fantasma o tal vez un espíritu perturbador salido de la nada.
Ya me dispongo a pagar, busco en mi cartera mi monedero, sacando de el mi tarjeta de visa. Ya que no tenia dinero en efectivo, ella desconfiá de mi. Me pide la tarjeta, es que necesita saber si es mía o la he cogido prestada, pero tal vez son ideas y me estoy congestionando.
Pienso en mis adentros nuevamente.
Te estas quemando blanca y te vas a ganar la rifa de mi galleta.
Pero no le digo nada. Me quedo callada una vez más. Ya llevo nueve años callando y sigo contando del 10 al 20. Ya que del 1 al 10 ya se me fue la cuenta.
Para irritarla o para hacerla trabajar más le pido que me lo envuelva con aquel papel de regalos que parece más caro. El que seguro utiliza para aquellos distinguidos que la visitan.
Le sugiero que no se le olvide quitar el precio. Le exijo que no sea chapucera, que no deje en las afuera aquel papel rasgado o mal cortado, que me lo envuelva bien y basta.
Ahora es ella la que esta molesta, eso me hace feliz, solo lo he hecho para irritarla. Para ver como la hacia trabajar más.
Abandono aquella pequeña tienda situada en este pueblo del más allá donde estoy ubicada. Ya ella me imagino que esta feliz, yo sigo mi camino hacia mi trabajo llevando en mis manos aquella pequeña java donde esta el perfume que me acabo de comprar. Lo compre para mi, lo he deseado hace mucho. Sin embargo le pedí que lo empaquetara, es que quería molestarla un poco más. Aunque no lo quiera admitir ya esa mujer me ha empañado el comienzo del día.
En mi trayecto al trabajo no me tropiezo con nadie, pero eso no es de extrañar en este mundo tan desolado donde me encuentro.
Como sera hoy mi día laboral. - me pregunto en mis adentros.
Como la pasare con aquellas dos urracas con las que trabajo. Que les gusta recalcar me día a día mi posición de extranjera.
No me voy a congestionar, puede ser que sea un complejo o que me creo cosas y nada más.
Ya llego a mi trabajo. Aquella escuela en donde limpio y doy clases de baile a la vez.
Las urracas siempre hacen lo posible para que me moleste, ellas no pueden entender como puedo limpiar y bailar sin parar de reír. No pueden entender que para mi ir al trabajo no es sacrificio si no una necesidad social. Aquella necesidad de relacionarse diariamente.
Ya veo al urraca menor ella me sonríe con aquella risa hipócrita. Le sonrió de regreso continuando mi camino por aquel pasillo de aquella escuela en el más allá en este pueblo donde vivo. Entro a aquella habitación donde dejamos nuestras pertinencias. Cuelgo mi abrigo sacando los guantes y toda la mierda que llevo puesta para no enfriar mi cuerpo. Hoy comienzo con las clases de baile a las 11.00 de la mañana y después a limpiar la escuela.
Lo del baile me fascina es una forma de expresar mi frustraciones. Una forma de comunicarme, cuando estoy bailando me siento viva, es como que regreso a mi tierra.
Aunque a decir verdad creo que son esos jóvenes los únicos que me entienden. A ellos aun no se les ha amargado el alma. Ellos saben reír, pero terminan marchándose a la capital es que este pequeño pueblo se les hace demasiado chiquito para empezar.
En las clases de baile me siento feliz ya que muevo mi cuerpo de un lado al otro. Enseñándoles aquellos jóvenes como hacer para mover los brazos. Como hacer girar la cintura de un lado al otro, como menear el esqueleto al ritmo de un tambor. Enseñándoles que el baile no es pecado, si no la misma vida envuelta en un acorde .
Al terminar las clases de baile regreso nuevamente a aquella habitación donde tengo mis pertenencias. Ahora voy a comenzar a limpiar la escuela.
Allí esta la urraca menor, me ve llegar sudada de aquella clases de bailes terminadas. Me mira y me dice sonriendo.
Te han tirado un cartón de leche de la planta de arriba. - y me sonríe mostrándome con delicia el hecho.
Aunque a veces me da por pensar que es ella. La que me tira mierda de lado a lado. Me asomo en aquella escalera miro hacia abajo, es cierto coño allí esta aquel cartón de leche reventado. Toda la pared salpicada.
Tendrás mucho que limpiar - me comenta la urraca mayor rebosándose en su salsa, mientras sonríe feliz.
Pero no pierdo la cordura no me voy a acalorar. La miro y le respondo con la más sutil de mis sonrisas.
Si todo los problemas en esta vida fueran como un cartón de leche tirado desde arriba. Que felicidad este mundo seria.
No entiende mis palabras, más bien se queda asombrada de mi ecuanimidad, de mi ira controlada.
La dejo con su mirada odiosa y ya me preparo para comenzar a limpiar. Para limpiar esta escuela otro día mas de mi vida, aunque no tengo nada en contra del oficio, lo hago para ganarme la vida. Aunque no es lo que soñé para terminar mis días.
Las clases de baile fueron un éxito. Aquellos jóvenes llenaron mi alma de tanta vitalidad. Que ni mil cartones de leche me pueden amargar. Subo las escaleras cojo aquel carrito donde estan aquellos cubos. Que cuidadosamente pongo a llenar, las aulas ya vaciás. Comienzo a limpiar mientras voy cantando una canción al azar.
A las tres de la tarde tomaremos el receso - Me dice la urraca mayor que paso por aquí. Para seguir mis pasos, para ver como limpio, para criticarme el trabajo si le doy el tiempo.
La escucho, ella esta parada ante mi y no puedo decirle lo que realmente quiero.
Que no soporto sentarme en la pausa con ellas dos. Que son par de odiosas.
No puedo decir tengo que callar nuevamente. Es que ellas dos, especialmente ellas dos se las pasan quejándose de que los extranjeros se sientas entre ellos y no con los noruegos.
Las otras auxiliares de limpieza son un amor, menos mal que también aquí hay gente buena. Voy mas bien por las otras no por las dos urracas.
Así pasa el tiempo perdida entre pupitres, agua y frazadas. Hasta que llega la famosa hora del receso. Dejando todo preparado para mi regreso y me dirijo aquella saleta. Donde se sientas todas las auxiliares en la hora del receso.
Ya esta la mesa lista el café, la leche, también un poco de azúcar. Busco un lugar para sentarme, en mis manos llevo conmigo mi merienda. Me vendrá bien un poco de café con aquella azúcar que agiliza mi alma.
Ya estan sentada las otras auxiliares de limpieza. Ellas son cariñosas, dulces, un amor. Aun no han entrado las urracas. Pero hablando del rey asomando su corona. Ya llegan toman su lugar en aquel sofá y se sirven el café.
La urraca menor comenta.
Vistes las noticias de la tv sobre los extranjeros.
Claro que esa pregunta esta dirigida a mi. Ya que soy la única extranjera sentada con ellos en la hora de la pausa. Le respondo que no. mientras sigo comiéndome mi merienda. Pero ella continua hablando esta vez siendo más explicita mas exacta.
Ahora producto a la crisis económica. A la hora de buscar trabajo primero estan los Noruegos después los extranjeros.
Me comenta saboreándose en cada palabra dicha. Se que no es ella la de la idea de decir eso, porque no tiene celebro para tanto, se que es la urraca mayor que la instrumenta. Ella es más bien como el auto parlante, pero no pierdo la ecuanimidad. Le respondo nuevamente saboreando como ella mi respuesta.
Las noticias a veces son como la biblia que cada cual las interpreta a su forma. - así le respondo pero en fondo me hubiera gustado decirle.
Eso es discriminatorio, eso esta mal que lo digas, pero no le digo porque a ella su intelectualidad no le da para más. Pero no se da por vencida esa mujercilla, ella de verdad que quiere terminar de aguarme el día.
Ahora vas a coger el curso de limpieza para que te paguen más. - Comenta la urraca menor mientras que la urraca mayor sonríe y apoya el comentario con un gesto de su cabeza.
Les miro a las dos en los ojos tratando de ver el fondo, pero carajo ellas estan vaciás. pero igual les respondo
Si quiero pasar el curso de limpieza. Como ya pase el curso de hotelera, de asistente de escuelas, de economía en mi país, de bailes contemporáneos. Siempre es bueno saber y si un titulo me puede ayudar a conseguir trabajo fijo porque no voy a probar.
Seguro que no entras en la escuela, tal vez todas las plazas estan llenas.
Que sea lo que dios quiera señora mía. - le respondo y continuando con mi merienda.
Que manera de ser amables estas dos urracas Noruegas. Pero sigo callada sin decir una palabra mirando a lo lejos de aquella ventana en aquella sala. Ellas quieren molestarme pero no lo lograran,
porque ya tengo bastante con esta soledad, por eso continuare con mi sordera.
Espero que quiten la ayuda que dan a las mujeres que van a tener hijos - sigue hablando mierda la urraca menor - Porque son los extranjeros los que más abusan de la ayuda.
Creo que voy a explotar. Creo que le voy a saltar y la picazón que tengo con ella me la voy a quitar.
Mejor me retiro y doy las gracias por el agradable momento.
Me voy a terminar de limpiar aquellas aulas, mientras bailo con aquel palo de trapear. Que no dice nada pero me entiende. Sigue mis movimientos sin protestar mientas voy cantando una canción al azar. Aunque en realidad tengo muchas ganas de llorar.
Eso me pasa a menudo pero no puedo andar llorando no soy una magdalena.
El día pasa y llega la hora del regreso a mi hogar. Allí estará mi hija esperando por mi, gracias a dios mi esposo que me a pasado a buscar así me ahorro el paseo por el pueblo. Allí quedan las urracas viviendo de su soledad. Alimentando su alma de la angustia de otros. Rebosándose del dolor de aquellos que callan por no pecar, llenas de falsedad.
Que bueno que en este pueblo del más allá donde vivo por casualidad no esta lleno de urracas. Solo algunas que te encuentras al azar.
2 comentarios:
Azucala, yo leo mas de cien blogs diarios, vos cambiaste la estética del blog o me parece a mí? Yo lo veo más hermoso.
Tus escritos son mágicos, tus conversaciones con los venados, la desagradable vendedora, y estar bien y sentirte feliz a cualquier precio en tu trabajo, a pesar de toda la energía negativa que emana de esas pobres personas, tan carentes de espirítu, es maravilloso. Me encantó.
Y si te saqué una sonrisa con mi escrito, me siento inmensanmente feliz.
Feliz Fin de Semana, Azucala, y pasala bien.
BESOTES HERMOSA.
Precioso relato es maravilloso como escribes.
Te deseo un feliz fin de semana.
Con cariño
Mari
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